(Seguimos con la operación de Bypass Gástrico, sólo para lectores interesados en aspectos técnicos y poco aprensivos)
El Dr. Pérez-Folqués y el Dr. Sanahuja, comienzan a lavarse antes de ponerse la bata estéril de quirófano, y la auxiliar comienza a poner la povidona yodada en el abdomen del paciente para desinfectar la piel.
Nuestra enfermera-instrumentista, Denis, ya se ha lavado y vestido estéril en este intervalo, y ha preparado la mesa de instrumental para la operación.
El instrumental es complejo y viene esterilizado en distintas cajas de aluminio perfectamente cerradas, con etiquetas de control y calidad. En el interior del quirófano, todos con gorro y mascarilla, se respira un ambiente concentrado y de trabajo; todavía hay muchas cosas que preparar y ordenar.
El material de quirófano se organiza por grupos y fases, según el orden en el que va a ser utilizado. Los materiales más complejos y delicados, se abren justo antes de ser utilizados.
Los cirujanos asistentes, ya junto al pacientes, van colocando los paños estériles sobre todo el paciente, dejando al descubierto sólo la parte que vamos a intervenir, y van montando y conectando todos los instrumentos necesarios: cámara, óptica, bisturí eléctrico, sellador de vasos, aspirador…)
Mientras todo aquello se va ultimando, ya todo el equipo ocupado en sus tareas, dispongo de unos minutos de sosiego e intimidad. Hago un esfuerzo en relajarme y concentrarme. Pienso en la operación, en el paciente, en la confianza que ha depositado en mi, y en mi capacidad y la de mi equipo, para resolverlo todo con minuciosidad y pulcritud. Bebo un poco, compruebo mis gafas, muevo mis dedos en todos los sentidos para incrementar mi conexión mental con ellos, y comienzo a lavarme con la esponja-cepillo estéril.
Curiosamente, muchas veces cuando me estoy lavando para comenzar una operación, recuerdo el entusiasmo que ese momento me trasmitía las primeras veces que me lavaba como Residente de Cirugía en el Hospital de Navarra, pensando que algún día haría aquello como cirujano, con mis pacientes…. Ya han pasado muchos, y curiosamente lo sigo recordando y viviendo con ilusión.
Me pongo la bata y los guantes estériles con la asistencia de la enfermera, y comienza la operación.
(Sólo para lectores interesados en aspectos técnicos y poco aprensivos)
– Denise, anestesia local. Aunque el paciente está totalmente dormido infiltramos la piel para disminuir el dolor cuando finalice la operación y despertemos al paciente.
Busco la ubicación más adecuada para el trocar de entrada. En este tipo de pacientes, la ubicación es fundamental y debe ser más alta.
– ¡Bisturí!. Una pequeña incisión de 10mm es suficiente.
– ¡Trocar óptico!. Es un trocar transparente que permite ir viendo las distintas capas de la pared abdominal, mientras vas entrando. Justo al llegar al epiplón, no siempre fácil de identificar con el trocar, dejo de penetrar el trocar y conectamos el CO2 para conseguir el pneumoperitoneo y una excelente cavidad que nos permitirá realizar la operación.
El abdomen se abomba como la cúpula de una iglesia, y entramos en un mundo totalmente distinto. Un mundo interno donde todo funciona con un equilibrio perfecto y que nos da la vida; nos permite disfrutar de los alimentos, conseguir nutrientes y energía para hacer todo lo que necesitamos y los que nos gusta…
– ¡Anestesia!, ¡Bisturí!, ¡Trocar!, y así, hasta los 5 trócares necesarios, 3 de ellos con incisiones de sólo 3mm.
Evaluamos el espacio que hemos obtenido con el pneumoperitoneo. Es muy bueno gracias a la preparación y pérdida de peso del paciente.
– No va a ser muy complejo de operar.
– Esto pinta bien…
– Pinza y Ligasure!.
Con la asistencia del Dr. Pérez-Folqués a mi izquierda y el Dr. Sanahuja a la cámara, buscamos el principio del faldón epiplóico con la orientación de cámara y óptica necesarias, y comenzamos a seccionarlo. Es un epiplon muy grueso y pesado. Después de seccionar los primeros centímetros, aparecen varias capas que tenemos que ir seccionando cuidadosamente hasta llegar al intestino grueso. Abrimos un camino en mitad del epiplón, que permitirá subir el asa de intestino delgado sin tensiones. Esta es nuestra mayor preocupación en este paciente. Si no llegar bien el asa hasta el estómago y quedara muy tensa, podría fallar en las siguientes horas, con consecuencias graves para el paciente.
Esta es la principal limitación de los pacientes superobesos, tienen tanta grasa dentro del abdomen, rodeando a las asas intestinales, que éstas han perdido buena parte de su movilidad hasta el punto de que incluso se desaconseje la realización del bypass gástrico!. En ese caso, el paciente está avisado de que por seguridad realizaríamos una operación de Tubo Gástrico, donde no es necesario subir ningún asa de intestino delgado hasta el estómago (sólo se trabaja sobre el estómago), pero que podría ser insuficiente en cuanto a la pérdida de peso, para un paciente tan obeso.
– Este epiplón pesará por lo menos 5 ó 6 kg!, y es todo grasa 100%!
– La verdad es que da ganas de quitárselo…
Parece que con eso ayudaríamos al paciente, pero todos sabemos que es contraproducente y que finalmente no mejora el resultado final a los meses de la operación.
Los pacientes siempre me dicen “Usted, ¡quíteme toda la grasa que pueda!, y eso que tengo adelantado….”, pero sabemos que ese epiplón es un excelente sistema de defensa y protección de las asas intestinales, que además facilita la cicatrización, y que no debemos quitar nunca.